EL PEREGRINO VALIENTE

Un Universo a medida



Me fue agotando el esfuerzo,
me fui empapando en sudor,
mi pulso se aceleraba,
de nuevo otra contracción.

-¡Empuja, empuja!- decían.
¡Respira! ¡Empuja, por Dios,
que ya viene coronando! 

Y el peregrino llegó.

-¡Yo soy tu madre, mi bien!

Cesó su llanto y durmió.
El mundo no se detuvo,
pero me lo pareció. 

Su canastilla bordada 
con madejas de ilusión;
cada prenda iba marcada
con la inicial del Amor;
el faldón de cristianar,
el mismo que llevé yo.

Al darle mi primer beso
sentí mi  primer temor,
un pálpito de negrura
ensombreció mi interior.

A la realidad llegaron
desconcierto, desazón
y una bruma de tristeza
me envolvió sin remisión,
mermando mi valentía
hasta nublar mi razón.

¿El corazón o la mente?
¿La mente o el corazón?
¿Cuál debe guiar los pasos
cuando te aflige el dolor?

Si en el prado crece libre
la hierba sin su color,
los pétalos caen al suelo 
y no están sobre su flor…

Si un pajarillo enmudece
y no logra ser cantor
o son escasas sus plumas
y el cielo nunca cruzó…

Volverán más primaveras
abducidas por el sol.

Si mi débil criatura
de muy frágil condición,
vulnerable, diferente,
no por su propia elección,
que tendrá sólo una vida,
no cabe repetición,
ha puesto a mis pies su ser…
¿Qué puedo ofrecerle yo?

Un universo a medida
con amparo y protección
donde el tiempo sea marcado
con pulsaciones de amor;
altas dosis de  ternura
mezclada con la oración;
una entrega continuada, 
asumir la situación
y una nube de esperanza
sin lluvia de rendición.

De mis ojos inundados
una lágrima cayó;
el abrazo de mi hijo
al punto me la secó.

¿Qué será de ti, tesoro,
el día que falte yo?

Labraremos tu futuro, 
será la mejor opción.
    
            Eulalia Álvarez    



           






           

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