UNA OPORTUNIDAD

José Antonio y Víctor 
                                                                                                                             

Yo no entré nunca en tus planes, 

fue por descuido o azar 

que comenzó mi existencia:

la debieras valorar.


No acudas a las comadres,

expertas en preparar

hierbas, pócimas y ungüentos

para lograr mi final.


Déjame que te conozca, 

que pueda tu piel rozar,

que en tu regazo me acune

para mi llanto calmar

y mi sonrisa te asombre

más que el aire, el sol y el mar.

Que yo te mire y me mires;

y en silencio, sin hablar,

yo sienta lo que ser hijo

y tú, la maternidad.


Son nueve meses tan sólo,

dame una oportunidad.


No me niegues esto, madre,

yo te sabré compensar.

Permite que me haga un hombre

o una mujer ¿qué más da?,

no sabes las alegrías 

que puedo llegarte a dar.


No quieras ser mi verdugo, 

dame una oportunidad.


Piensa, razona, medita,

consiente en rectificar;

si te equivocas, no sabes                                         

si te podrás perdonar.   

                                                          

Te sueño como una diosa, 

aunque a Dios debo rezar,   

porque mi vida, en tus manos, 

la puedes dar o quitar;

espero que Él te convenza 

y me la dejes salvar.


Si ni el corazón ni tu alma

cobijo me quieren dar,

al menos alúmbrame, 

el cielo me adoptará.


Te agradeceré la vida,

nunca te voy a juzgar

y si lo permite Dios,

me volverás a encontrar,

y yo te llamaré... madre,

o si prefieres, mamá.


¡Yo me merezco vivir!

¡Dame una oportunidad!                                 


                                    Eulalia Álvarez 



 
















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