CARTA A LA PRIMAVERA

A las Víctimas del Coronavirus
                                  


Dicen que suspira y llora;

dicen que sigue llorando;

cuentan recibió una carta

con remite del Verano

sin usar redes sociales:

letra negra y papel claro.


Mi querida Primavera:

Qué lento vas caminando

porque te pesa el dolor

y él ralentiza tus pasos.

Vas salpicando colores

en los valles, en los prados,

en senderos y en jardines

sin olvidarte del blanco;

pero tus lágrimas caen 

al ver lo que está pasando.


¡Qué negro lo vemos todo

cuando estamos desolados, 

se impone la realidad 

y el mal parece ganarnos!


Sin trajín en las ciudades,

sin un alma por los barrios,

las plazuelas sin sus niños,  

los bancos sin sus ancianos, 

cumpliendo los protocolos, 

en las casas confinados,

procesionando los días

sin besos y sin abrazos…

dicen que llora en silencio;

dicen que sigue llorando.


Unidos en la distancia, 

en cercanía, separados:

el wifi del corazón 

sabrá cómo conectarnos.

El civismo ha de seguir

responsable y solidario 

afrontando las premisas 

que la tragedia ha marcado.


No frenamos la pandemia,

crecen los damnificados, 

se colapsan hospitales

y el personal sanitario, 

sin protección, pone en riesgo 

su salud para salvarnos.

Cada noche en los balcones 

sus merecidos aplausos,  

sumando a otros colectivos 

y a las Fuerzas del Estado.


Dicen que llora y suspira;

dicen que sigue llorando 

y no se aviene a razones,

lo peor aún no ha pasado.


Aires de incienso y romero

con balcones bien cuajados

de azucenas, de jazmines 

y pelargonios rosados,

presumiendo sin pudor 

de ser bellos y galanos,

preparan sus colgaduras 

para enaltecer los Pasos.


El infortunio, tozudo, 

se obstina y aún no ha cesado.

Toque de tristeza y duelo 

repica en los campanarios.

Se suceden funerales 

sin dar tregua ni descanso;

se marchan en soledad

sin ni siquiera velarlos

nuestros seres más queridos, 

los que tanto nos amaron.


Ha muerto Dios en la Cruz

y no puedo acompañarlo;

ni María en la Madrugá

fue a su Encuentro el Viernes Santo,

ni salen los nazarenos,

ni una saeta ha sonado;

siguen guardados los Tronos

en los templos este año.

No ha habido Feria de Abril,

ni las Fallas se han quemado,

ni San Isidro en Madrid, 

tampoco la Cruz de Mayo…


La Primavera prosigue, 

en su espejo se ha mirado;

se ha ido viendo reflejada

en las flores, en las campos,

en aromas desprendidos

y hasta en la aves trinando. 


Comentan que ha sonreído;

hoy, dicen que no ha llorado.

Piensa en ceder el testigo,

entregar la antorcha en mano

y que esa llama ilumine 

a su querido Verano.


Aprendamos la lección,

el vivir no tiene ensayos.

No perdamos la esperanza,

por nuestro bien... ¡Resistamos!


                          Eulalia Álvarez  

                                               2020 




                                         














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